martes, marzo 24, 2009

Día 599, martes

"Una vez tuve una idea fascinante", dijo Willy. Era temporada de lluvia y el techo de la carpa era embestido por gruesas gotas que el plástico mantenía fuera. "Era la idea para el guión de una película en el que el personaje principal es un abogado exitoso que un buen día decide cambiarse de sexo". Takeshi lo miró anonadado. "Sucede entonces que el abogado exitoso se va a vivir muy lejos". Pacote sostenía una mano de naipes. Una lámpara de aceite lo alumbraba tenuamente. "A partir de entonces, la vida de este tipo se vuelve un drama, sufre mucho por las relaciones que establece, en su gran mayoría levantes al paso que perpetra en bares de Barcelona o una cosa así. Hasta que, un buen día, el exitoso agobado conoce a una chica que lo cautiva". Takeshi dejó su mano de naipes boca abajo y se asomó por la ventana de la carpa. La lluvia ya casi arreciaba. El campamento se veía desolado. "¡Una chica!", grito Pacote, riendo. "¿Te das cuenta de lo que significa?". Willy enmudece por un segundo y le da un sorbo a su termo con café. "Ya casi dejó de llover. ¿Vas a salir esta noche?". La pregunta lo agarró desprevenido. "No crea que no me he dado cuenta, mi estimado, que hace ya varias semanas que usted sale por las noches y no regresa hasta entrada la madrugada". Takeshi se quedó callado un buen rato. "Eso pensé". Takeshi abrió la puerta de la carpa y salió vistiendo su uniforme blanco y una chompa de lana. Atravesó el campamento justo cuando dejó de llover. Una vez en el río, se percató de una frágil figura que se dirigía lentamente a la parte del campamento donde sólo duermen las mujeres. Takeshi hizo lo imposible por lograr alcanzarla: la llamó por su nombre, le hizo señas con las manos, pero Sarah no le hizo caso. Cuando por fin pudo llegar hasta ella, la llenó de besos y la abrazó. Ella estaba empapada, no dejaba de llorar.